jueves, 7 de octubre de 2021


Fotografía de Irina Dzhul.

Día 429 Palabras que ruedan.

Si las palabras pudieran liberarme escogería la vida y no la muerte. Todo estalla y nada revolotea en tus ojos, sin señalar, sin menoscabar lo adyacente, girando como piedra astillada hasta no parar, apoteósica como una muralla infranqueable. Palabras, palabras, fui nombrada por una palabra antes de nacer entre los labios de mis padres adolescentes, escondidos, buscándose entre sábanas incestuosas de una rancia brecha familiar donde la niebla borra y no deja significados  heredados a sus descendientes. Crear la fina hebra que conecta los vocablos con los espíritus que se esconden en mis manos aún jóvenes, plenas de belleza, marcadas por finos surcos que solo yo puedo ver, por donde se conducen las voces que oigo, que siempre oigo. La casa está anegada, en el agua nadan telas de colores, salgo a atrapar las letras que flotan sobre ellas, letras para formar frases olvidadas y no dichas, besando tu cuello sobre la inundación, atrapando los verbos que saltan de tu boca hasta mi aliento. Apresurada, desesperada por encontrar algo, buscando donde otros han decidido callar, dejando la polvareda detrás de mi sombra. El frío endurece los pliegues de mi piel y no hallo tus respuestas, el amor nos sobrepasa olvidando esta época de odio que nos ha tocado vivir, he decidido amarte sin esperar una palabra o alguna retribución silenciosa. Renglones dispuestos para perderme en los trayectos difusos del tiempo, días asincrónicos donde las espirales se convirtieron en líneas rectas y sin maniobrar. La creación fue mencionada para hacerte florecer en cada rincón y abertura; insectos de luz que se debaten entre la pared y las cortinas, martirizando mis oídos ante sus constantes aleteos que beben lo que he dejado de ser, alucinada en ti para encontrarte.

                        Palabras que ruedan de mis uñas,

                        cada rasguño encontró algo distante,

                        sumida por entero en tus comas y bifurcaciones,

                        extendida como tronco en las aposiciones que te enredan a mí,

                        sin comprender el sonido preciso de las consonantes

                        y la ausencia de signos ortográficos.

                        Tus besos, todos tus besos, marcaron la diferencia,

                        y estuve alejada

                        como quien cruza los charcos de la destrucción para salvarse

                        de manera egoísta y sin intenciones.

                        No hay nada malo que pueda seguir sucediendo

                        porque un universo inextinguible de libros reposa allí.

                        Te ubicas en los confines de lo no imaginado

                        anunciando el encanto que produces cuando te miran,

                        construir puentes de hablas cuando no deseas conversar,

                        escondida en un montón de palabras que ruedan

                        de manera agonizante y fulgurosa a la vez.


Del poemario: Los días asincrónicos de Tina.

Carmen Rosa Orozco.

Gracias a Les Quintero y Graciela Bonnet por incluirme en el Proyecto literario de Hacedoras, de la Editorial Lector Cómplice. Gracias por hacerme parte de ustedes. Felicitaciones a las 249 Hacedoras con las cuales comparto páginas del I Tomo, es una oportunidad para conocernos. El texto que comparto se llama: Día 429 Palabras que ruedan, de mi poemario Los días asincrónicos de Tina; lo escribí con especial atención para esta antología ya que el tema sugerido era la creación literaria o creación artística. En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre).

Con acuarela de portada de Nidia Tabarez.



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