viernes, 11 de marzo de 2022

 



Entonces la culpa se tornó cruel

y fueron sedientas sus huestes,

Oriana vislumbró el valle

era aceitunado

y amplio ante sus ojos,

regresaron del azul y rojo de las sangres,

los dedos de los enemigos se encorvaron

y fue lento el camino de Hunasofat,

pero quién es este hombre

que dice la verdad

con labios de carnero

y hace morir después

a las gentes

con tal impiedad,

fue crudo el destino,

las relaciones eran agrestes;

pero el olvido

pautó una nueva marca,

hicimos el pan,

tomamos el vino del cáliz,

pero la vuelta no fue segura,

otros escribieron por mis manos,

asaltaron mi corazón

y me dejaron acabada,

la enfermedad

matizó de un profundo ocre mi esperanza,

pero me levanté resuelta

y besé otro amanecer en mis labios.

Las lenguas de los pueblos

eran pobres

y ahora los hebreos

tomaban la venganza en sus armas,

el Oriente se tornó violento,

muchos murieron,

se destrozó el caos,

los muros y fortificaciones cayeron,

pero los blancos apaches del Norte

tornaron sus alas en contra de sí,

cómo pudo soportar tanta indulgencia

de sus pastores,

iglesias,

y demás menciones del todo;

esto fue una mentira,

su interés era el mismo,

llenar las arcas

y saciar en demasía su hambre,

cayó el telón opaco de los siglos

y en ellos no creerán más.

Vaciarás la casa

de aquellos que te defraudaron

y el mismo dolor será el nuestro.

Los pobres pululan como monte

y tantas voces

serán necesarias el día del fin.


                        Carmen Rosa Orozco.

                        De Oriana y otros apuntes.

                        Pintura: Tamara de Lempicka.

 

 

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