Se
oculta tras una mantilla fina tirante
hasta
las estrellas,
piensa
en el arte,
oye
música clásica,
habló
de Isadora Duncan,
de
Coco Chanel y sus trampas,
de
la muerte desatinada de Eva Braun,
de Eleanor
Roosevelt y sus devaneos lésbicos,
de
la bomba de Hiroshima
y la
destrucción de Irak;
pero
está en un país caribeño y pobre.
Dijo
algo de Aristóteles y Botero,
de
Kerouac y Shopenhauer,
nombró
los planetas y constelaciones,
le
sobresalta
mercurio
retrógrado en su signo,
la
luna de sangre
y el
tercer ojo de Alba;
pero
la gente aquí nunca supo nada de eso.
Carmen Rosa Orozco.
De Oriana y otros apuntes.
Pintura: Tamara de Lempicka.
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